lunes, noviembre 20, 2006

REFLEXIÓN SOBRE LA MUJER AFRICANA


Según Rocío Silva Santisteban
“(…) el hombre más pobre del mundo es una mujer. Sí, una mujer campesina, probablemente africana, etíope o senegalesa, con varios hijos y un marido que la explota y que tiene otras mujeres en similar situación.

Esta mujer tiene un ingreso anual de 300 dólares (menos de un dólar diario en promedio), es probablemente muy joven, quizás se casó a los trece o catorce años, y ahora a los veintidós, lleva permanentemente un hijo a la espalda mientras tritura la yuca que servirá para hacer harina, no se alimenta de esa harina sino de pan remojado en agua con azúcar. Tiene los ojos grandes y negros que, miran sin mirar hacia el horizonte blanco; Duerme en el suelo y su cuerpo no es ni siquiera requerido para la prostitución por su delgadez, por las alimañas que lo cubren y por un cuarto o quinto embarazo.



Ésta mujer debe caminar cuatro kilómetros con una carga de cincuenta kilos en la cabeza, más el niño en la espalda, el otro en el vientre; En África las rutas no están para ruedas sino para mujeres caminantes y ella viaja para comerciar por unas cuantas migajas esa harina que demoró doce horas en triturar.



Sabe que vivirá probablemente hasta los 40 años; tal vez menos, si algún Macro le paga una buena suma al marido y la conecta con mafias de trata de blancas en zonas desmilitarizadas de África. Si es así probablemente contraiga el SIDA en poco tiempo y muera antes de los treinta años (…)”